Crear la intención
- laeducacionentiemp
- 6 jul 2020
- 3 Min. de lectura
Motivar no es lo mismo que crear la intención, la primera es efímera, determinada en el tiempo pero muy necesaria para arrancar motores (te recomendamos leer nuestra entrada en el Blog del día 12 de junio) y la segunda es duradera y enciende el motor del interés.
Seguro que has leído o te han dicho en más de un curso, que lo importante es motivar a tu alumnado, que trabajarán mejor si lo consigues, que su actitud ante la tarea a realizar será infinitamente mejor si están motivadxs… y en parte es cierto, pero también es cierto que una motivación sin una intención que le siga, puede apagarse tan pronto como se hubiera apagado tu motivación por leer este articulo si no te hubiera creado esta comparación inicial.
En palabras de José Vergara Ramírez, en su libro Aprendo porque quiero, “la intención es la fase de la ingeniería del deseo” por tanto, es parte fundamental y motor imprescindible del proceso enseñanza-aprendizaje, porque sin la intención, el deseo y el interés por aprender, a lo único que podemos aspirar es a que nuestra clase memorice.

Sé lo que estás pensando en este mismo instante: mi alumnado es muy heterogéneo, mi alumnado cambia cada año… eso es verdad, pero también es verdad que existen diferentes claves que pueden ayudar a despertar esa intención por saber, indagar y aprender sobre un tema concreto.
Si te dijera ahora mismo que debes estudiar sobre el cálculo de una nómina con paga extra para luego exponerlo en clase, seguro que se te ocurrirían mil y una cosas más interesantes que hacer antes que visitar un tutorial sobre recibos salariales. Pero si te entrego una nómina con paga incluida donde te digo que cobrarás lo que se ha calculado en ella, salvo que encuentres algún error, ¿crees que podrás quedarte tranquilx sin saber si estás cobrando lo que te pertenece? Aquí tienes un ejemplo de una de las claves de la intención: conectar la ocasión con la primera persona de tu alumnado.
Buscar la utilidad práctica les puede despertar la intención sostenida, es decir, saber que el tiempo invertido puede tener su fruto en un futuro, quizás, no tan lejano, les hará entender que es “necesario” invertir tiempo y esfuerzo en aprender lo planteado y no solamente ilusionarse puntualmente (motivación) por un tema que luego no les reportará “beneficio” personal.
El objeto de estudio debe ser, o parecerles, culturalmente cercano. Deberíamos intentarlo, hacer un ejercicio de empatía cultural con nuestro alumnado, igual que ellos se esfuerzan por aprender y memorizar esos conceptos, épocas o batallas que nos apasionan, nosotros deberíamos estudiar cuál es su contexto cultural, quién suena en sus iPads, qué serie comentan en el patio o cuál es la influencer de moda y a partir de ahí, construir una meta, objetivo o contenido envuelto de su realidad más cercana. Volviendo al ejemplo de la nómina… ¿y si les proponemos calcular la nómina del cantante de moda?

Algo muy interesante es posicionar al alumnado, es decir, no hacerles sentir como meros receptores de información sino como creadores de contenidos. La intención no se activa ni mantiene en estados pasivos, la intención genera fuerza, arranque y creatividad, no podemos frenar lo que hemos generado así que recuerda, es preferible

que se sientan parte constructora que meros muebles. Hazles creer que el contenido de la materia, la comprensión de sus compañeros y la dinámica de las clases, depende de ellos mismxs. Te sorprenderás.
Todo ser humano experimenta mil y una situaciones diarias que pueden llevarle o no a indagar, investigar y aprender más sobre ello, todo va a depender de cómo te lo presenten porque... te guste o no la comida, mucha veces, la cuestión depende de cómo se te presente el plato. ¡TRAMPANTOJO!
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