Los hombres lobo de Castronegro, en clase o desde casa
- laeducacionentiemp
- 15 jun 2020
- 4 Min. de lectura
Si has leído nuestra última entrada en el blog, has podido comprobar que somos firmes defensoras del aprendizaje lúdico. Hemos interiorizado que en la infancia se aprende a través del juego, pero ¿por qué nos cuesta tanto asumir que jugar es beneficioso a cualquier edad?
Las actividades lúdicas van acompañadas de un componente de curiosidad, emoción y atención que, inevitablemente, facilitará que se adquiera sin esfuerzo aquello que se esté trabajando. Hablar de los beneficios del juego en educación nos requeriría decenas de páginas. Por ello, si tienes interés, preferimos recomendarte el libro “¿Jugamos? Cómo el aprendizaje lúdico puede transformar la educación” de Imma Marín.

¿A qué jugamos hoy?
En este caso, queremos hablaros de un juego de mesa que podemos utilizar en sesiones de muy diversas materias: Los hombres lobo de Castronegro.
Se trata de un juego de cartas, basado en el juego popular conocido como El pueblo duerme, para grupos de un mínimo de 8 personas, en el que puede participar cualquier estudiante mayor de 10 años.

Uno de los puntos fuertes del juego es la narrativa que lo envuelve. La historia nos cuenta que la pequeña aldea de Castronegro se ha visto afectada por la maldición de la licantropía y algunos de sus vecinos se han convertido en hombres lobo sin que nadie lo sepa. Por lo tanto, tenemos dos bandos: hombres lobo y aldeanos. El objetivo de ambos es acabar con el contrario; así de simple.
Cada carta te indicará qué rol debes asumir y, como regla básica, no se la podrás enseñar a nadie mientras estés en el juego.

Hombre lobo (izquierda) y Aldeano (derecha)
Una de las figuras más importantes es la del narrador o narradora, que será la persona que guíe la partida y no forma parte de ningún bando.
Además, en función de la experiencia y del número de jugadores, se pueden incluir otros personajes especiales que sumarán un extra de diversión a la partida.
¿Cómo se juega?
Lo primero que hace el narrador es preparar las cartas y repartirlas. ¡Recuerda que nadie debe enseñarlas!
Tras esto, el narrador da comienzo a la primera ronda, indicando que ha llegado la noche y mandando al pueblo a dormir (los participantes cierran los ojos; es importante no hacer trampas).
El narrador llama a los hombres lobo, que abren los ojos, se reconocen y deciden (en silencio) a quién matan. A continuación, cierran los ojos y amanece (abren los ojos todos los participantes). El narrador comunica qué personaje ha muerto y este es eliminado de la partida. En ese momento, inicia un debate en el que todos los participantes deben acusar, argumentar, manipular, etc. para convencer al grupo de quién es uno de los lobos e iniciar el “linchamiento”.
Esta mecánica se repite hasta que se elimine a uno de los dos bandos. Como veis, el personaje del narrador es quien dirige el juego y su participación es clave. Modulando la voz y añadiendo toques de imaginación extra, puede convertir la partida en una experiencia única.

Si quieres saber más sobre la mecánica del juego, puedes ver este vídeo.
Además, aquí podrás ver una partida a modo de ejemplo.
¿Para qué nos sirve en el aula?
Como cualquier juego de mesa grupal, nos ayuda a fomentar el autoconocimiento, la autonomía, iniciativa y la habilidad en las relaciones sociales, ya que deben tomarse decisiones, expresar emociones, coordinarse, etc.
Específicamente, con este juego trabajamos la competencia comunicativa y social. Veremos, como en otras muchas dinámicas, qué estudiante se muestra líder, quién colabora, quién compite, cuál es su capacidad para argumentar, convencer, debatir o enfrentarse a la presión de grupo. Además, les sorprenderá que se les proponga jugar (pero jugar de verdad) en clase y, sin duda, será una sesión muy gratificante.
En el aula, es recomendable sentarse en círculo o alrededor de una mesa donde todos los miembros del grupo puedan verse la cara. Si el grupo es grande, podemos atrevernos a jugar con personajes especiales desde el inicio.

Si ningún alumno o alumna conoce el juego, lo lógico sería que el docente asumiera el rol de narrador y, a su vez, observara todos los aspectos mencionados que quiera trabajar con el grupo. En el ámbito educativo, la reflexión posterior a la partida es ineludible.
Una de las desventajas del juego es que quien muere ya no juega. Nosotras os proponemos que la primera persona eliminada participe como narradora o como moderadora del debate cuando al grupo le cueste tomar la decisión. Otra opción es, simplemente, disfrutar viendo la partida, que suele ser de corta duración.
¿Cómo hacerlo online?
La mecánica será más o menos la misma. En lugar de estar sentados en círculo, estaremos conectados a una videollamada grupal donde podamos ver y escuchar a todos los participantes. Si no queremos añadir más complicación, podemos usar aplicaciones para sortear los roles, como Flippity, ya que la carta realmente no es necesaria, y comunicárselo al alumno o alumna por mensajería privada (chat, correo, etc.).
En este caso, mi consejo es no pedir al alumnado que cierre los ojos cuando el pueblo duerma, sino que se giren de espaldas a la cámara para que no puedan ver a sus compañeros y compañeras.
El resto del juego, transcurre exactamente igual. Además, al ser por videollamada, trabajarán una competencia extra respetando los turnos de palabra para que se puedan entender.

En palabras de Imma Marín, sin actitud lúdica no hay maravillas. ¿Dejarás que la modalidad online acabe con tus ganas de jugar?
Si lo pruebas, estamos seguras de que no te arrepentirás. Si lo has probado, cuéntanoslo en tus comentarios. ¡Estaremos encantadas de conocer tu experiencia!
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